jueves, 1 de diciembre de 2011

Martes, 15NOV


Después de casi cuatro horas de sueño nos despertamos con unos toques fuertes en el cristal del coche. Es el conductor, listo para volver a Bangalore quiere que le paguemos y descarguemos rápido el coche  para que empiece su viaje de vuelta. Dormidos, empezamos a descargar los ordenadores ayudados por los aldeanos curiosos que de paso se paran a echarnos una mano y tocar con sus propias manos las maquinas que desde el sábado pasado son el tema de todos los rumores del pueblo.

Una vez acabada la tarea de descarga nos invitan en el salón de la casa, donde nos explican que por un problema familiar no nos han podido buscar alojamiento en el pueblo pero nos podemos quedar en la casa del alcalde hasta que se soluciona este pequeño inconveniente. Ni no terminamos de aceptar la oferta que ya encima de la mesa nos espera un desayuno con arroz, salsas muy condimentadas, curry y ajís.  Una explosión de sabores  incitan y queman al mismo tiempo las papilas gustativas pensando por algunos segundos que se me va a quemar incluso la piel de los dedos de la mano con cual como. Bajo las miradas atentas de todos los participantes, como las de un juzgado muy exigente,  se nos analiza cada movimiento intentando adivinar si la comida está a nuestro gusto. La simple aprobación a su pregunta ¨Utta, Good?!¨ produce risas y un estado general de felicidad entre los participantes al desayuno. Somos quizá los primeros huéspedes extranjeros que pisan la tierra de su pueblecito perdido entre  palmeras y plantaciones de algodón y todo el mundo quiere que nos sentemos bienvenidos en sus casas – una responsabilidad heredada de sus antepasados con cual no quieren para nada fallar. Se repiten las mismas preguntas ¨Utta, good ?!¨ y cada respuesta positiva se difunde entre el público asistente sembrando entre los aldeanos un sentimiento de orgullo que su simple comida está tan apreciada por los nuevos huéspedes.



Ellos son BADELADAKU, la tierra, la comida y las costumbres de este sitio son una parte inherente suyos. Los dioses del modesto templo que vigilan el pueblo son también suyos y hoy no se sienten como un grupo de personas sino como uno mismo, uno tan orgulloso  por todo que ha conseguido en su historia.  Estos momentos son muy apreciados por la gente de aquí, porque hoy Badeladaku, no es solo un pueblo olvidado por las autoridades y siempre en la sombra de las grandes ciudades, hoy en los ojos de dos extranjeros brilla con sus calles llenas de niños sonrientes, mujeres que trabajan sin descanso desde el amanecer hasta la puesta del sol y hombres con la piel de los manos llena de rasguños por el trabajo duro que necesitan sus tierras.

Después del desayuno, empezamos por fin a trabajar en lo que va a ser el laboratorio de informática. Juntos decidimos el aula que alojará el laboratorio y empezamos las primeras mediciones.  Un grupo de diez personas supervisan atentamente el proceso y comentan cada paso o resultado de la medición transformando todo en un chaos donde nadie sabe exactamente lo que se ha decidido o que están midiendo en ese momento. Como no tenemos ningún plan o boceto de lo que queremos hacer,  abandonamos el estilo hindú  de trabajar y empezamos a dibujar un pequeño plan de la habitación para tomar las decisiones antes y luego medir. Se empieza a medir en pulgadas y se anotan como centímetros, para luego medir la segunda pared en pies y anotar todo en metros – dentro de unos minutos nuestro plan es un fallo total donde nadie coincide con nadie. Decidimos empezar de nuevo midiendo todo en pulgadas y poco a poco el plan empieza a tomar una forma y tener sentido. Seguimos marcando sobre la pared la posición de las mesas de los ordenadores, la posición de los enchufes pero en cuestión de unos minutos ¨el concilio¨ formado por los profesores asistentes tiene otra idea así que el electricista realiza nuevas marcas transformando la pared en algo parecido a un cuadro de Picasso, de donde nadie entiende nada pero todos están de acuerdo que es bonito.


Si alguien descontento intentará decirme que los españoles trabajan poco y con muchos descansos le mandaré para que trabaje con hindús – cada hora nos estábamos parando para tomar un té, al mediodía el electricista desapareció casi dos horas para comer y hacerse la siesta para terminar el día a las 4:30 dándole tiempo para la merienda y la admiración diaria de la puesta del sol.





Como todos os lo podéis imaginar en el primer día no hicimos muchas cosas, solo montamos algunos metros de bandeja de PVC para los cables y fijamos en la pared el cuadro eléctrico.  No es todo la culpa del trabajo lento del electricista y la multitud de descansos tomados sino también de las herramientas utilizadas: un taladro manual, un alicate cerca de la jubilación y un martillo que con cada golpe en la pared necesitaba un pequeño arreglo. Decidimos quedar el siguiente día, miércoles, bien temprano a las 8:00 para seguir con el trabajo de la instalación eléctrica.

El día se acabó tal y como empezó, con una cena en familia con el mismo arroz, salsa muy picante y curry todo bajo las miradas muy atentas de todos los miembros de la familia acompañados por la pregunta sin fin ¨Utta, good?!¨ (¨utta¨ significa comida en el idioma local kannada) - y la respuesta ¨Yes, very good!¨ que no paró de traer las sonrisas y la satisfacción general.             

Podéis visualizar el resto de las fotografías del día pinchando el siguiente enlace  : https://picasaweb.google.com/107210876678783829516/Day2

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