martes, 13 de diciembre de 2011

Miércoles y jueves - 16NOV&17NOV


Son las siete y el sol cuando termina de pintar el cielo naranjo en azul entra tímido en la habitación. Son aquellos momentos cuando abres tus ojos sin estar muy seguro donde te vas a despertar, si te has quedado dormido la playa exótica de un poco antes, si estás en tu cama en tu casa o por un desagradable error tenías que  ir a trabajar y nos has oído la alarma. Abro los ojos con precaución y no me suena nada, intento cerrarlos pensando que  aún no está de  mañana y que solo estoy soñando. Cuando ya estaba buscando el camino hacia un sitio donde perder un poco más el tiempo, tres golpes fuertes en la puerta de la habitación me ponen de pie casi sin pensar. Empiezo a correr en el saco de dormir hacia la puerta como en una prueba de Humor Amarillo, teniendo cuidado para que no me penalicen. Abro la puerta, un poco desconfiado e intento averiguar quién ha tocado la puerta. El salón vacío de la casa me hace dudar de la autenticidad de lo que había oído antes. De vuelta en la cama, intento como un gato, buscar la mejor posición para poder disfrutar un poco más de la tranquilidad, ignorando las rayas de sol que entran por la ventana. Bang-bang-bang. Me despierto de nuevo y mientras abría el saco de dormir veo a Zsofi yendo hacia la puerta. Abre y la mujer del alcalde empieza a hablarle en Kannada acompañando el monologo con una risa colorida mientras busca unas cosas el armario de nuestra habitación. Está claro, se ha acabado con el sueño, empieza un nuevo día. El desayuno nos espera encima de la mesa en el salón – por un momento he creído que  olvidé anoche comer la cena – pero no, es el desayuno, arroz, curry y una salsa con verduras muy condimentada. Con mucha energía vamos al colegio donde el electricista ya está continuando con el montaje del canal de PVC. Los profesores nos visitan antes de empezar las clases cada uno expresando su satisfacción con respecto a nuestro trabajo. Hoy estoy decido tener hasta el fin del día todos los enchufes montados y los cables conectados. Un segundo electricista aparece, pero como ha venido sin ninguna herramienta no nos ayuda mucho – solo haciéndole compañía al otro. Por la primera vez podemos cerrar la puerta del aula y concentrarnos más en el trabajo. Organizamos las tareas y los resultados no tardan en aparecer. A la hora de la comida tenemos montados todos los enchufes, el canal pvc y el switch.






Por la tarde los alumnos terminan sus clases y se convierten en una pesadilla transformando los alrededores del aula en su espacio de juego. Tocan la puerta gritando para que les abrimos, vienen para mirar por la ventana curiosos  para descubrir lo que hacemos allí dentro pero al mismo tiempo tapando la ventana y dejándonos sin luz para trabajar. No importa lo que digas porque todo se transforma en una risa general y están listos para volver a empezar. El electricista desesperado empieza a perseguirlos por todo el patio, corriendo con una vara en su mano – mientras, otros veinte se acercan a la puerta del laboratorio gritando ¨Hello, Hello, Hello !!!!¨. Después de unos minutos vuelve casi sin aire en sus pulmones, cerrando nervioso la puerta  y muy convencido de que la solución es ignorarlos en el futuro. Pasa un milagro y por una hora los niños desaparecen y nosotros aprovechamos para cortar el cable y hacer las conexiones necesarias. Aquí los milagros no duran mucho, así que con el aula llena de niños terminamos el día midiendo el cable de red y numerándolo. Quedamos el siguiente día a las 8 de la mañana y cada uno va para su casa. Pero nosotros acompañados, por unos diez niños decididos en hacernos compañía. Junto con Zsofi en el patio de la casa empezamos a preparar el cable de red para el siguiente día. Los chavales se acercan mirando con sus ojos negros brillantes cada movimiento. No tardan mucho en preguntarnos si nos pueden ayudar. Les explicamos que hacemos y como puede cada uno participar. En menos de media hora con su participación acabamos con el cable de red y entramos en casa para enseñarles fotos con nuestras familias y las ciudades de dónde venimos. Les enseñamos como utilizar el portátil y como pueden ver un mapa con su país o con el globo entero. El salón se llena poco a poco con niños y familiares del alcalde todos llenos de curiosidad.  Llega la hora de la cena y todos van para sus casas prometiendo que volverán mañana. 






El abuelo, el padre del alcalde decide coger coraje y les pide a sus nietos que le enseñe como se utiliza el ordenador. Bajo la atenta supervisión de sus nietos realiza su primer dibujo, los mapas digitales y las magníficas imágenes  con la India que tenemos guardadas en el ordenador. 



Son las nueve y cada noche a esta hora hay un ritual que nadie lo puede cambiar. El abuelo toma el mando a distancia de la tele y por una hora y media mira sin casi sin respirar su telenovelas favoritas. Nosotros acabamos de cenar y pasamos en la habitación donde tenemos que seguir con la instalación de los sistemas operativos en los ordenadores que se van a instalar en el laboratorio. Me quedo dormido varias veces con la cabeza encima del teclado para que luego decidir que ya es el tiempo para apagar todo e irme a dormir en mi saco.


El día de jueves empieza bien. Hoy he dormido un poco más. Son las ocho y el electricista ya está esperándome en el salón. Aprovecho la situación para saltar el desayuno, no porque estoy cansado de tanto arroz sino porque en los cuatro días que llevo aquí no he ido aún al servicio. Siento que esta mañana el té basta y que puedo sobrevivir sin desayunar arroz. Algo parecido a un estado de pánico se está instalando y la madre, la puedo llamar así porque nos cuida más que a sus hijos, no para en preguntarme en Kannada si me encuentro bien, si es que no me gusta la comida o que me pasa. Aprovecho un momento de ausencia de la madre y salgo sin pensar por la puerta casi corriendo hacia el colegio. Zsofi me acompaña y una vez llegados allí montamos el cable de la red para hacer luego la conexión a tierra y terminar con la parte eléctrica del laboratorio. Son más de cinco días desde cuando nos prometen la conexión a la red eléctrica pero siempre si preguntamos se nos contesta con lo mismo: ¨Lo siento, sí sí, mañana, mañana¨, así que hoy volvemos a preguntar para escuchar lo mismo.










Casi se me olvidaba, hoy han venido los carpinteros. Han llamado unos de Bangalore, porque son los que hicieron todas las muebles de la casa del alcalde. Les explico nuestro plan y que solo queremos 3 mesas largas pero muy sencillas. Empiezan a comentar algo en su idioma durante unos 10 minutos y luego con una letra de mano muy bonita me hacen un presupuesto donde 400 euro son solo la mano de obra del material me tendré que encargar yo. Recapitulamos dos o tres veces lo que necesitamos, a ver si no ha sido un error de cálculo o piensan en hacer alguna escultura en madera. No todo está claro para ellos – 400 euros la mano de obra – y para mí, así que les doy las gracias por venir y el siguiente día iré a comprar unas mesas de ordenador ya hechas.  

La tarde pasa muy rápido, los niños vuelven, Zsofi empieza enseñarles inglés e yo aprovecho el momento para subirme en la terraza de la casa de donde se puede mirar un cielo impresionante lleno de estrellas, tan difícil de ver hoy en día en nuestras ciudades muy bien alumbradas. Paso más de una hora mirando las estrellas, la vía láctea y las estrellas fugaces – que maravilla…  


El resto de las fotografías las puedes ver aquí :  https://picasaweb.google.com/107210876678783829516/Day34

Que tengas una buena semana,
Stefan

jueves, 1 de diciembre de 2011

Martes, 15NOV


Después de casi cuatro horas de sueño nos despertamos con unos toques fuertes en el cristal del coche. Es el conductor, listo para volver a Bangalore quiere que le paguemos y descarguemos rápido el coche  para que empiece su viaje de vuelta. Dormidos, empezamos a descargar los ordenadores ayudados por los aldeanos curiosos que de paso se paran a echarnos una mano y tocar con sus propias manos las maquinas que desde el sábado pasado son el tema de todos los rumores del pueblo.

Una vez acabada la tarea de descarga nos invitan en el salón de la casa, donde nos explican que por un problema familiar no nos han podido buscar alojamiento en el pueblo pero nos podemos quedar en la casa del alcalde hasta que se soluciona este pequeño inconveniente. Ni no terminamos de aceptar la oferta que ya encima de la mesa nos espera un desayuno con arroz, salsas muy condimentadas, curry y ajís.  Una explosión de sabores  incitan y queman al mismo tiempo las papilas gustativas pensando por algunos segundos que se me va a quemar incluso la piel de los dedos de la mano con cual como. Bajo las miradas atentas de todos los participantes, como las de un juzgado muy exigente,  se nos analiza cada movimiento intentando adivinar si la comida está a nuestro gusto. La simple aprobación a su pregunta ¨Utta, Good?!¨ produce risas y un estado general de felicidad entre los participantes al desayuno. Somos quizá los primeros huéspedes extranjeros que pisan la tierra de su pueblecito perdido entre  palmeras y plantaciones de algodón y todo el mundo quiere que nos sentemos bienvenidos en sus casas – una responsabilidad heredada de sus antepasados con cual no quieren para nada fallar. Se repiten las mismas preguntas ¨Utta, good ?!¨ y cada respuesta positiva se difunde entre el público asistente sembrando entre los aldeanos un sentimiento de orgullo que su simple comida está tan apreciada por los nuevos huéspedes.



Ellos son BADELADAKU, la tierra, la comida y las costumbres de este sitio son una parte inherente suyos. Los dioses del modesto templo que vigilan el pueblo son también suyos y hoy no se sienten como un grupo de personas sino como uno mismo, uno tan orgulloso  por todo que ha conseguido en su historia.  Estos momentos son muy apreciados por la gente de aquí, porque hoy Badeladaku, no es solo un pueblo olvidado por las autoridades y siempre en la sombra de las grandes ciudades, hoy en los ojos de dos extranjeros brilla con sus calles llenas de niños sonrientes, mujeres que trabajan sin descanso desde el amanecer hasta la puesta del sol y hombres con la piel de los manos llena de rasguños por el trabajo duro que necesitan sus tierras.

Después del desayuno, empezamos por fin a trabajar en lo que va a ser el laboratorio de informática. Juntos decidimos el aula que alojará el laboratorio y empezamos las primeras mediciones.  Un grupo de diez personas supervisan atentamente el proceso y comentan cada paso o resultado de la medición transformando todo en un chaos donde nadie sabe exactamente lo que se ha decidido o que están midiendo en ese momento. Como no tenemos ningún plan o boceto de lo que queremos hacer,  abandonamos el estilo hindú  de trabajar y empezamos a dibujar un pequeño plan de la habitación para tomar las decisiones antes y luego medir. Se empieza a medir en pulgadas y se anotan como centímetros, para luego medir la segunda pared en pies y anotar todo en metros – dentro de unos minutos nuestro plan es un fallo total donde nadie coincide con nadie. Decidimos empezar de nuevo midiendo todo en pulgadas y poco a poco el plan empieza a tomar una forma y tener sentido. Seguimos marcando sobre la pared la posición de las mesas de los ordenadores, la posición de los enchufes pero en cuestión de unos minutos ¨el concilio¨ formado por los profesores asistentes tiene otra idea así que el electricista realiza nuevas marcas transformando la pared en algo parecido a un cuadro de Picasso, de donde nadie entiende nada pero todos están de acuerdo que es bonito.


Si alguien descontento intentará decirme que los españoles trabajan poco y con muchos descansos le mandaré para que trabaje con hindús – cada hora nos estábamos parando para tomar un té, al mediodía el electricista desapareció casi dos horas para comer y hacerse la siesta para terminar el día a las 4:30 dándole tiempo para la merienda y la admiración diaria de la puesta del sol.





Como todos os lo podéis imaginar en el primer día no hicimos muchas cosas, solo montamos algunos metros de bandeja de PVC para los cables y fijamos en la pared el cuadro eléctrico.  No es todo la culpa del trabajo lento del electricista y la multitud de descansos tomados sino también de las herramientas utilizadas: un taladro manual, un alicate cerca de la jubilación y un martillo que con cada golpe en la pared necesitaba un pequeño arreglo. Decidimos quedar el siguiente día, miércoles, bien temprano a las 8:00 para seguir con el trabajo de la instalación eléctrica.

El día se acabó tal y como empezó, con una cena en familia con el mismo arroz, salsa muy picante y curry todo bajo las miradas muy atentas de todos los miembros de la familia acompañados por la pregunta sin fin ¨Utta, good?!¨ (¨utta¨ significa comida en el idioma local kannada) - y la respuesta ¨Yes, very good!¨ que no paró de traer las sonrisas y la satisfacción general.             

Podéis visualizar el resto de las fotografías del día pinchando el siguiente enlace  : https://picasaweb.google.com/107210876678783829516/Day2